Cuando la improvisación se convierte en un método permanente de gestión produce desorientación entre los integrantes de la empresa, genera desorganización y favorece a la multiplicación de errores que llevan al abismo económico.
Algunos empresarios gestionan y toman decisiones sin ningún tipo de planificación previa porque están pendientes de lo que ocurre en el día a día. Son empresarios surfistas que gestionan sobre la marcha de acuerdo a como se vayan presentando los hechos. Consideran que en el mundo de los negocios la improvisación es valiosa para reaccionar con premura ante las fluctuaciones del mercado. Piensan que un buen gestor de empresa tiene que estar preparado para tomar decisiones con rapidez para aprovechar una oportunidad antes que dejarlas pasar por falta de reacción o miedo a improvisar.
Los empresarios surfistas afirman que dado el dinamismo del mercado están obligados a ser creativos y osados para improvisar con rapidez a fin de tomar decisiones que permitan solucionar los problemas antes que exploten o para ganar a la competencia. Están convencidos que es mejor una respuesta rápida para lograr un negocio que guiarse por un plan que deja pasar las oportunidades esperando el momento de implementarlo.
La “improvisación empresarial” suele ser avalada por muchos académicos que consideran que la premura en resolver adversidades o aprovechar oportunidades hace la diferencia entre el éxito y el fracaso dado que en los mercados se premia a los que llegan primero aunque sea a los tumbos. Por esa razón desde los claustros universitarios alientan a los jóvenes emprendedores a que gestionen con rapidez si quieren hacer buenos negocios, aunque eso los obligue a improvisar sobre la marcha.
A pesar de esas opiniones que suenan bien en los oídos de aquellos emprendedores que se sienten creativos, osados y buscadores de negocios rápidos, no se puede desconocer que Trabajar sobre las rodillas, surfear en la realidad o decidir sobre la marcha no es lo más apropiado si se pretende gestionar con cierta seguridad, certeza y previsión. Improvisar sin ningún análisis profundo de la realidad y sin un planificación generalmente conduce a enfrentar riesgos innecesarios que pueden llevar al fracaso del proyecto. Avanzar sin una brújula y sin un manual que permite ordenar los procesos a seguir, si bien puede generar adrenalina y emociones diversas , también puede ser absolutamente peligroso porque se puede dar pasos que conducen a un abismo económico.
Es cierto que en algunas ocasiones reaccionar con rapidez frente a las oportunidades o contingencias puede generar muchas ventajas o evitar daños mayores. No son pocas las veces que la celeridad genera logros que la tardanza en tomar decisiones no permite. Sin embargo, una respuesta rápida no es sinónimo de garantía de éxito. La mayoría de las veces las reacciones rápidas son negativas porque suelen ser improvisadas y desorganizadas. Ir de prisa hacia un objetivo no asegura que se llegue antes ni que se llegue de la mejor manera. Una cosa es actuar con prontitud en base a conocimientos certeros, planes ordenados y profesionalismo y, otra muy distinta, es gestionar de manera improvisada sin elementos que aseguren que se está tomando la decisión correcta.
Es poco frecuente que las decisiones empresariales que se toman improvisadamente logren los objetivos buscados. En la medida que una decisión sea consecuencia de impulsos, que no tienen un sustento en un plan previamente analizado, no hay duda que se cometerán mayor cantidad de errores.
Actuar de manera improvisada y desordenada por lo general no genera los mismos resultados que hacerlo en base a un corroborado análisis y planificación que pueda prever los pasos a seguir como sus posibles consecuencias.
La crítica a la improvisación y al apresuramiento como forma habitual de gestión no desconoce la importancia que tiene emprender y gestionar con dinamismo ante los cambios constantes del mercado. De hecho solo las empresas que tienen planes flexibles para adaptarse rápidamente a los cambios e innovaciones son las que tienen mayor garantía de éxito. Tampoco nuestra crítica a la improvisación invalida el valor que tiene para un emprendedor la intuición, el coraje, la experiencia, el olfato y los impulsos en la toma de decisiones. Al cuestionar la improvisación como método recurrente de gestión solo se está poniendo de relieve que esa energía y capacidad de reacción son más efectivas cuando las decisiones son ponderadas, ordenadas y corroboradas antes de ejecutarse.
Tomar decisiones sin analizar los hechos, sin planificar, sin ordenar las ideas, sin conocimiento y sin asesoramiento profesional es muy negativo para un emprendimiento. Es una conducta que no debe ser la habitual, aunque en algunas oportunidades excepcionales sea necesario improvisar para evitar daños mayores o aprovechar una oportunidad de negocio. Los empresarios que quieren disminuir los riesgos deben evitar la improvisación y la desorganización como método de gestión permanente, aunque el tiempo los apremie y las oportunidades se puedan esfumar.Improvisar constantemente en la gestión es jugar a la ruleta rusa porque reduce considerablemente los márgenes de acierto y aumenta los riesgos. Es cierto que pueden existir situaciones en que la improvisación haya generado resultados positivos, pero estos hechos poco frecuentes no justifican que debe ser un método permanente para la gestión. Las decisiones empresariales siempre deben estar fundadas en los hechos, sustentadas en el conocimiento veraz y en base a una planificación ordenada que guie la conducta de los integrantes de la empresa. Es un error considerar que gestionar de acuerdo a una planificación atenta contra la creatividad, el dinamismo empresarial o es una traba para aprovechar nuevas oportunidades de negocio. La mayoría de las empresas exitosas planifican su creatividad, su movilidad y su actualización siguiendo la dinámica del mercado.
En resumen, un emprendedor debe evitar la improvisación como método de gestión permanente. Actuar de manera mesurada, ordenada y planificada es un requisito básico para impulsar el crecimiento de una empresa a fin de disminuir los riesgos y lograr objetivos rentables.
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