Un emprendedor debe intentar que las presiones, el estrés, la ira, la envidia o el rencor no le generen un desequilibrio emocional que lo afecte en lo personal y dañe las relaciones con su entorno.
A pesar de lo que habitualmente se sostiene la mayoría de los empresarios son personas con un elevado nivel de sensibilidad por lo que suelen ser vulnerables emocionalmente. Las críticas, los desplantes, las traiciones, las envidias, las presiones, los fracasos o las mentiras suelen herir sus sentimientos y desestabilizarlos. Esas cargas negativas afectan su estado de ánimo generándole desequilibrios que alteran su conducta y perturban su objetividad durante la gestión.
En función de la responsabilidad que tienen en la gestión es indudable que el control de sus emociones es absolutamente relevante para liderar un emprendimiento con eficacia y para relacionarse apropiadamente con las personas con las que interactúa. Para él, desarrollar de manera eficiente sus actividades profesionales necesita tener estabilidad emocional, cordura y objetividad en la toma de decisiones para evitar errores, desaciertos e improvisación que perjudique al emprendimiento. Es primordial que aprenda a controlar y superar las presiones, el estrés y las angustias que pueden afectar su estado de ánimo. No se puede permitir desbordes ni desequilibrios que perturben las relaciones con sus colaboradores, generando resentimientos que repercutirán negativamente en el proceso productivo y la armonía laboral.
Si el responsable de la gestión pierde su estabilidad emocional posiblemente asuma conductas y exprese palabras cargadas de ira, rencor, venganza, odio o celos. Ese comportamiento no solo afectará la convivencia con quienes lo rodean sino que con el paso del tiempo posiblemente lo afecten por sentirse avergonzado de sus actos. Un empresario debe tratar de no reaccionar intempestivamente hacia los demás dejándose llevar por las presiones o el estrés que le provoca la gestión. Si actúa con furia es factible que no resuelva ninguno de sus problemas y termine expresando exabruptos que generen daños irreparables en su persona y las relaciones con los demás.
Los desbordes emocionales siempre terminan mal porque lastiman a la gente que los padece. Al expresar palabras hirientes o descalificaciones groseras se pierde el respeto y se daña la convivencia. Al lastimarse los sentimientos de los colaboradores, clientes o proveedores se instalan rencores que hacen imposible el trabajo mancomunado.
Si el responsable de la gestión no puede superar la presión o el estrés debe dar un paso al costado antes que tenga una crisis que termine lastimando a quienes lo rodean o impulsando decisiones desacertadas para la gestión.
Un empresario no puede permitir que los problemas que surgen durante la gestión lo desestabilicen a punto tal que pierda la objetividad y la idoneidad profesional. No puede dejar que la ira, las culpas, el odio o los celos lo dominen, porque tarde o temprano su gestión se verá afectada por sus desbordes y actitudes irrespetuosas.Cabe apuntar que algunos empresarios no controlan sus desequilibrios por decisión propia. Consideran erróneamente que los exabruptos y los gritos fortalecen su autoridad ante los empleados. Creencia que no solo es dañina para la convivencia sino que es totalmente falsa y errónea. Los estallidos de ira no son útiles para afirmar o fortalecer la autoridad de un empresario. Las manifestaciones violentas y las descalificaciones sólo generan miedo, rencor, encono, deseo de venganza y resentimientos destructivos entre los empleados.
Durante la gestión el empresario debe mantener la cordura, el respeto y objetividad. Con ese propósito debe estar alerta y ser precavido ante las situaciones que lo pueden afectar emocionalmente. En caso de no poder por sí mismo superar esas presiones debe buscar ayuda afectiva o profesional. La contención emocional se puede obtener a través de profesionales de la salud que tienen herramientas que ayudan a mantener el equilibro ante hechos de crisis. También esa contención puede provenir de los amigos, la pareja, los hijos o los colaboradores más cercanos. En algunos casos es muy valiosa la contención realizada a través de retiros de meditación, yoga, ejercicios o reflexiones espirituales.
Cada emprendedor debe encontrar sus propios mecanismos de contención para mantener su estabilidad emocional y trabajar con las situaciones que lo alteran. Lo único que no puede hacer es sostener que es inmune a las crisis, las presiones o conflictos cuando los hechos muestran lo contrario. No puede tener la soberbia de pensar que es inmune a los problemas y que tiene un corazón de hierro por lo que nada puede afectarlo. Es mejor aceptar que tiene un corazón de cristal que puede ser vulnerable a las presiones. Es mejor admitir que las emociones o el estrés lo pueden desestabilizar porque eso le permitirá estar prevenido para superar crisis o presiones que pueden alterar su ánimo de manera negativa.
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