Los fake news y las críticas negativas que se difunden en las redes sociales exige que los emprendedores estén alertas para contrarrestar esas opiniones que pueden dañar su prestigio y generar daños materiales a la empresa.
La consolidación de los sistemas políticos democráticos ha sido muy importante para a construir órdenes sociales con mayores índices de libertad. Las democracias generan instituciones para que la gente pueda expresar lo que piensa sin censura por parte del poder público. Esta libertad de expresión en los Estados democráticos se ha potenciado a grado extremo como consecuencia de los nuevos formatos de comunicación generados a partir de la revolución tecnológica iniciada a en el último tercio del XX. Internet y las redes sociales han abierto las fronteras de la comunicación y han roto barreras –aun en regímenes poco democráticos– para que la gente pueda opinar, discutir, denunciar, cuestionar y expresar lo que siente y piensa.
La utilización masiva de Internet, las redes sociales y la telefonía móvil se ha convertido en una herramienta esencial para consolidar la libertad de expresión. La posibilidad de expresarse en tiempo real y sin controles está derribando todo tipo de censura y animando a que la gente manifieste lo que piensa sin temor a ser castigada. Aunque algunos gobiernos autoritarios siguen utilizando prácticas de control o censura sobre internet no existe poder público o privado que pueda frenar de manera permanente la libertad de opinión que ha permitido los nuevos medios de comunicación. Con la presencia de los medios digitales no queda mucho espacio para gobiernos autoritarios ni para que unos pocos hablen en nombre de la sociedad para impedir que las mayorías se expresen. Podrá haber intentos de censura, control estatal e incluso represión pero la ola de libertad de expresión es imparable. La revolución tecnológica aplicada a los medios de comunicación ha quebrado el aislamiento social y la mordaza impuesta por los poderes dictatoriales logrando instalar una libertad que jamás imaginaron los padres de la Revolución Francesa.
En la actualidad la mayoría de las personas –que disponen recursos económicos básicos– pueden acceder a medios tecnológicos para informarse, comunicarse, expresarse y ser escuchadas a una velocidad nunca antes vista y con un alcance impensable hace años. El acceso a la información y la posibilidad de expresarse libremente por un medio tecnológico hoy es una realidad fáctica al que pueden acceder las grandes mayorías sin distinción de clase, nacionalidad, género o nivel social.
Los actuales medios de comunicación están logrando que gran parte de la población mundial pueda expresarse y opinar sin filtro ni barreras
La posibilidad de expresar libremente una opinión a través de una red social permite que la gente pueda influir y participar en la construcción de la sociedad que desea vivir. Las redes han otorgado un inmenso poder a la gente para cuestionar o aprobar todo lo que sucede en el ámbito privado y público. Las redes le permiten expresar sus desacuerdos con las políticas públicas, sacar fotos de la violencia policial, denunciar actos de corrupción, rechazar los daños en el medio ambiente, promover un emprendimiento, apoyar un acto de amor o alentar la protesta social ante hechos negativos. Ese poder social se ha convertido en una herramienta muy potente para impulsar el progreso, la participación ciudadana y la transparencia de las acciones privadas y públicas. Sin embargo, este poder también está generando efectos negativos cuando se lo utiliza para dañar, desacreditar en base a mentiras o generar una opinión desfavorable a quienes se envida.
No se puede desconocer que cuando la libertad de expresión es utilizada para perjudicar, denunciar falsamente o realizar daños está vulnerando otros derechos igualmente valiosos que deben ser protegidos para que no afectar la convivencia social y la vida privada de las personas. Muchos usuarios de redes sociales no aceptan ni comprenden que la libertad de expresión no implica una licencia sin límite para mentir, dañar, engañar y descalificar a otros.
La libertad de expresión no puede ser empleada como un arma para dañar a mansalva e irresponsablemente a los demás. Las redes sociales no deben convertirse en un medio para generar noticias falsas que busquen perjudicar y difamar a las personas o instituciones apelando al anonimato, la mentira, los insultos o información falsa.
Las redes sociales no deberían ser utilizadas como un arma mediática para lastimar, herir, menoscabar o degradar a los demás sin ningún tipo de sustento, veracidad ni objetividad que avalen las expresiones vertidas.
Existe una realidad que no se puede ignorar. A partir del partidismo político, el dogmatismo, el sectarismo deportivo, desequilibrios emocionales, odio, celos o envidias cada vez es mayor el número de usuarios que utilizan las redes sociales como un arma mediática para cuestionar maliciosamente y denostar a los demás sin ningún tipo de sustento o veracidad en sus afirmaciones. Amparados por el derecho de expresar libremente lo que piensan utilizan las redes para dañar otros derechos individuales y sociales igualmente relevantes que la sociedad debe defender y preservar.
Son muchas las personas que desahogan su ira o rencor en las redes para denostar a personas o instituciones haciendo circular rumores infundados, mentiras o falsa información. Lo hacen porque saben que una foto, un texto, un chiste o una caricatura difundida en las redes puede generar absoluta desaprobación, descalificación y odio hacia la persona eludida.
La divulgación y viralización de los fake news –como su influencia sobre la opinión pública– en gran parte se debe a que los usuarios de las redes no tienen el conocimiento suficiente como para discernir si esa información es verdadera o falsa. Por lo general la gente no suele tener el conocimiento suficiente sobre todos los temas que se difunden en las redes por lo cual no puede corroborar la veracidad de una información, un video, una foto o el contenido de un texto. Para la gran mayoría, el hecho que la información este publicada en la red, tenga muchas visitas y me gusta, implica que la noticia es verdadera. Solo dudan sobre su veracidad cuando otro usuario la cuestiona, aunque esa duda jamás logra borrar de la mente la información engañosa originalmente difundida.
La lectura diaria de cientos de posteos y noticias que se suben minuto a minuto a las redes hace que no se repare sobre la veracidad de la información que aparece en la pantalla del celular.
La mente y nuestros conocimientos no tienen la capacidad de examinar con profundidad la veracidad del contenido de toda la información que aparece en la pantalla. Son miles las noticias, imágenes, memes y textos que se suceden a un ritmo vertiginoso lo que hace muy difícil detenerse en cada una para analizarlas con profundidad. La mente no tiene tiempo para reflexionar o cotejar la autenticidad de la información, por lo que la mayoría de esa información pasa directamente a la memoria sin filtro para ser archivada como verdadera.
La neurociencia ha explicado que el escaneo superficial que la mente realiza sobre la información suministrada por las redes sociales siempre deja en la memoria un residual de datos y creencias. Todo lo que se postea en las redes –aunque no se comparta– queda instalado en la memoria modelando directa o indirectamente nuestra opinión, ideología o mirada hacia el mundo exterior. Por esta razón muchos inescrupulosos, irresponsables o malintencionados utilizan las redes para acusar falsamente, inventar mentiras, expresar odio o descalificar. Saben que finalmente parte de esas mentiras y denostaciones quedan instaladas en la mente generando algún tipo de consecuencia sobre la opinión pública.
Es indudable que cuando las críticas en las redes son negativas generan temores y angustia en quien las recibe. Los emprendedores económicos no están exentos de sentir ese miedo no solo porque los afecta anímicamente sino porque las críticas destructivas pueden dañar a su negocio. Saben que una sucesión de opiniones descalificadoras puede afectar su reputación, dañar la demanda de sus productos, bloquear un crédito bancario, generar desconfianza en sus clientes, llevarlo a la ruina económica o tener consecuencias negativas en su vida privada. Los que gestionan un emprendimiento han aprendido que los posteos en las redes sociales no solamente son una herramienta fundamental para promocionar su actividad sino también son arma mediática que los puede perjudicar.
Un emprendedor conoce el poder que ejercen las redes sociales sobre la opinión pública. Sabe los buenos efectos que generan los comentarios positivos como los daños que producen las opiniones negativas, las críticas y descalificaciones.
Mientras que en el pasado la reputación de un empresario y sus productos se construía a partir de los comentarios de los clientes y del entorno comercial, en el presente las cosas han cambiado. Las redes sociales han abierto la posibilidad que millones de personas de manera anónima opinen sobre una gestión empresarial y sus productos desde cualquier lugar del mundo sin conocer –en muchos casos– a sus responsables y sus productos.
Las consecuencias que tienen las críticas negativas sobre una empresa y sus derivados ha sido determinante para que los emprendedores estén atentos, preocupados y asustados por las opiniones que circulan por internet. Ese temor hace que muchos padezcan el síndrome de bambi que significa que el más mínimo movimiento negativo en las redes sociales es visualizado y sentido como un peligro eminente por lo que suelen quedar paralizados y asustados.
Nadie puede evitar la angustia y malestar ante una crítica, sobre todo si son infundadas. Tampoco no se puede evitar que esas descalificaciones generen temor por sus consecuencias sobre la empresa y sus productos. Lo que se puede evitar es que esas denostaciones y falsedades paralicen al emprendedor. El responsable de una gestión debe aprender a convivir con esas opiniones negativas porque es lo que ocurre suele ocurrir en las redes sociales con aquellos que se destacan o tienen una relevancia pública. Un emprendedor debe aprender a superar el síndrome de bambi para no quedar paralizado. Debe sobreponerse a sus temores y generar herramientas que lo protejan de las falsedades y descalificaciones que aparecen en las redes.
Un emprendedor no puede evadir la exposición pública generada por el universo comunicacional impulsado por las redes sociales. No puede eludir esa realidad ni pensar que puede evitar que la gente elogie o critique su gestión. Debe asumir que puede recibir comentarios negativos dentro de las redes por lo que debe prepararse para responder a esos comentarios para que le generen el mínimo daño material y anímico.
Lo único que no puede hacer un emprendedor es ignorar la voz de las redes y no tener presente sus efectos negativos. Tiene que estar preparado para tomar decisiones y hacer algo que le permitan superar o revertir las opiniones negativas o falsas. Tiene que estar preparado y capacitado para prevenir los daños ocasionados por usuarios desencantados, clientes insatisfechos o por una competencia inescrupulosa que utiliza esos medios para desacreditarlo. Hacer algo no consiste en descalificar a los que lo critican o mentir para desacreditar las voces que cuestionan sus productos. Hacer algo es generar una política de comunicación en las redes sociales que contrarreste las críticas negativas y revalorice los éxitos obtenidos por la empresa.
Lo único que no puede hacer un emprendedor es ignorar la voz de las redes y no tener presente sus efectos negativos. Tiene que estar preparado para tomar decisiones y hacer algo que le permitan superar o revertir las opiniones negativas o falsas. Tiene que estar preparado y capacitado para prevenir los daños ocasionados por usuarios desencantados, clientes insatisfechos o por una competencia inescrupulosa que utiliza esos medios para desacreditarlo. Hacer algo no consiste en descalificar a los que lo critican o mentir para desacreditar las voces que cuestionan sus productos. Hacer algo es generar una política de comunicación en las redes sociales que contrarreste las críticas negativas y revalorice los éxitos obtenidos por la empresa.
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