Los emprendedores que piensan en grande son aquellos que dan libertad a sus elucubraciones creativas y no se fijan límites al momento de proyectar un objetivo.
Pensar en grande es atreverse a que la imaginación explore todas las alternativas creativas que permitan emprender ambiciosos proyectos. Pensar en grande no es una opción reservada para emprendedores que tienen títulos universitarios, capital financiero, conexiones sociales o un alto coeficiente intelectual. Pensar en grande es una opción para todos los hombres y mujeres que quieren concretar grandes proyectos y llevar adelante desafíos que dejen huella. Es una posibilidad que se encuentra al alcance de todos los que se tienen confianza, no tienen miedo y no quieren quedarse en una zona de confort.
Pensar en grande es dejar que el genio imaginativo salga del encierro carcelario generado por prejuicios, temores, mandatos familiares, inseguridades y vergüenzas. Es aprender a eliminar barreras mentales que hacen creer que los grandes objetivos sólo están reservados para iluminados o privilegiados. Pensar en grande permite descubrir oportunidades y tener ideas creativas que no logran aquellos que ponen un cerrojo a su imaginación.
Toda persona que quiera emprender una actividad económica tiene la opción de pensar en grande o conformarse con limitadas aspiraciones. Si opta por tener sueños pequeños seguramente logrará resultados pequeños. En cambio si opta por liberar su imaginación abre puertas que llevan a destinos que nunca alcanzan los que piensan en pequeño. Es cierto que no se puede exigir que todo emprendedor tenga la osadía y se anime pensar en grande, pero no hay duda que aquellos que tienen grandes sueños tienen mayores posibilidades de forjar resultados más relevantes.
Existen muchos emprendedores que no se atreven a imaginar grandes proyectos porque consideran que no tienen el talento ni la capacidad para concretarlos.
Son emprendedores que se sabotean y censuran su imaginación llenando su mente pensamientos negativos. No son capaces de verse haciendo grandes cosas porque se desvalorizan. No se tienen confianza porque a priori se descalifican poniendo en limite a su imaginación. Al actuar de esa manera no perciben que son sus propios pensamientos negativos los que le ponen un límite a las posibilidades de emprender grandes desafíos. La magnitud del éxito que puede alcanzar un emprendedor generalmente está en proporción directa a su capacidad de pensar en grandes objetivos y en su voluntad de erradicar de su mente pensamientos agoreros. Si un emprendedor permite que lo dominen los pensamientos negativos sobre el futuro a emprender será esclavo de sus inseguridades con lo cual su imaginación solo se animara a crear ideas pequeñas o, lo que es peor, a no tener ninguna idea. Sus miedos se convertirán en un corsé para la creatividad y un freno para emprender planes ambiciosos.
Para pensar en grande hay que tener ambiciones. Un emprendedor logra mayores motivaciones y apalanca mejor sus energías si tiene un objetivo que a los demás les parece demasiado grande. Es cierto que la palabra ambición suele tener connotaciones negativas porque se la asocia erróneamente al comportamiento amoral de algunas personas que buscan alcanzar un objetivo a cualquier precio. Sin embargo, la ambición no necesariamente implica tener conductas deshonestas o avanzar pisando cabezas. La ambición, por el contrario, suele ser un factor sano y estimulante para el emprendedor. La ambición de alcanzar grandes metas estimula la superación, la capacitación, la creación y el esfuerzo.
Pensar en grande no es solamente imaginar proyecto ambiciosos y superlativos sino que también sean viables de realización. La grandeza de una idea no solo está dada por su creatividad sino también por su viabilidad y sustentabilidad. Esta advertencia es válida porque muchos emprendedores se enamoran de sus elucubraciones mentales y no verifican si son factibles de implementarlas en la realidad. Deseosos de generar un gran emprendimiento suelen quedar subyugados por sus ideas sin valorar si esas ideas son viables de materializar.
Para el mundo económico no importa lo original, descollante o espectacular que sea una idea si esa propuesta creativa no se puede materializar ni ser rentable.
Finalmente cabe decir que pensar en grande no solo beneficia al emprendedor sino también a toda la sociedad. Por esa razón, el colectivo social estimula a los emprendedores a que se arriesguen a realizar grandes proyectos porque sus éxitos personales también repercuten beneficiosamente en toda la sociedad. Gracias a los hombres y mujeres que tuvieron grandes sueños y se sacrificaron para lograr de ambiciosos proyectos la humanidad logro significativos avances. Mejoras que permitieron que se hayan podido satisfacer muchas necesidades, acceder a una mejor calidad de vida y alcanzar altos niveles de bienestar.
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