Un emprendedor requiere tener una personalidad que combine una cierta capacidad creativa, conocimientos, voluntad, coraje, audacia, gestión operativa y templanza.
No se puede desconocer que emprender una actividad comercial por cuenta propia es muy estimulante. No hay nada más alentador que ser forjador del propio futuro y concretar proyectos personales sin tener jefes que le digan qué hacer o cuál es el objetivo a lograr. Emprender da independencia, autonomía, libertad, acrecienta la autoestima, estimula la creatividad y genera recompensas económicas que generalmente un empleo no produce. Es justamente ese cúmulo de satisfacciones anímicas y beneficios económicos lo que impulsa a muchos jóvenes a emprender una actividad comercial. Sin embargo, entre tener un deseo y concretar un objetivo hay un camino que no todos pueden transitar satisfactoriamente.
Un emprendedor necesita tener determinadas capacidades para lograr que sus sueños se hagan realidad. Así como ser bailarín del Teatro Colón requiere trabajo, sacrificio, dedicación, aprendizaje y talento, un emprendedor requiere mínimamente tener capacidad creativa, conocimientos, coraje, audacia, gestión operativa y templanza. Sin esos atributos y herramientas es muy factible que el resultado final sea el fracaso y la frustración. En síntesis se puede decir que no basta tener ganas de emprender para llevar lograr concretar exitosamente un proyecto.
Para llevar adelante un emprendimiento no es suficiente tener una idea creativa, disponer de un capital para invertir o estar dispuesto a trabajar 14 horas diarias. Para concretar un proyecto económico es fundamental tener conocimientos apropiados e información actualizada sobre los factores que habrán de incidir positiva y negativamente en la concreción del emprendimiento. Para ese fin es necesario conocer básicamente lo siguiente: El formato jurídico que tendrá el emprendimiento; Las leyes que regulan las relaciones laborales y comerciales del negocio a emprender; la contabilidad que se utilizará para supervisar los ingresos y egresos; y los medios operativos que se deben implementar para que el emprendimiento funcione de forma eficiente. Conjuntamente a esos conocimientos es necesario que el emprendedor tenga información actualizada sobre el mercado, la competencia, las necesidades del consumidor, la tecnología empleada y el marketing más efectivo para promocionar los productos a vender.
Si un emprendedor carece de estos conocimientos básicos, seguramente los errores se multiplicaran, los objetivos buscados serán difíciles de conseguir y el fracaso echara por tierra los sueños.
Para llevar adelante un emprendimiento es fundamental desarrollar una planificación operativa que sirva de guía sobre los pasos a seguir para alcanzar un objetivo. Esa planificación permitirá: Evitar la improvisación; fijar prioridades en los objetivos; definir los recursos materiales y humanos que se necesitan; establecer las diferentes etapas de realización del proyecto y bajar el nivel de los riesgos.
Una vez establecido los objetivos y los pasos que deben seguirse para alcanzar la meta proyectada, un emprendedor debe crear una estructura administrativa y organización operativa que permita gestionar y hacer funcionar el emprendimiento de manera eficiente. Mientras la planificación marca el norte a seguir la organización es la nave que permite llegar a ese destino.
Emprender es un trabajo muy duro que requiere que el responsable de gestionar tenga una personalidad innovadora y audaz que le permita superar riesgos, pilotear un barco en la tormenta y llegar al puerto deseado. Carecer de una personalidad aguerrida y emprendedora para afrontar los múltiples problemas y sacrificios que se tienen por delante hace que muchos abandonen sus proyectos ante el primer obstáculo y busquen un empleo que les ofrezca seguridad.
Sin lugar a dudas, en gran medida el éxito de un negocio está ligado a la personalidad de un emprendedor. Por lo tanto es muy importante al llevar adelante una actividad –en especial en sus comienzos– tener las siguientes condiciones: aptitud para liderar; ejercicio equilibrado de la autoridad; capacidad para trabajar en equipo; honestidad; audacia para arriesgar; talento creativo; mucha pasión y perspicacia de visualizar oportunidades que otros no perciben. Finalmente, cabe agregar que es muy relevante que un emprendedor tenga una gran fortaleza y equilibrio emocional que le permita superar los fracasos, los miedos, las críticas, las traiciones, los quebrantos y las adversidades que caracterizan a toda gestión.
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